Las consecuencias económicas del boicot a Venezuela

Latinoamérica

 

El talón de Aquiles de América Latina sigue siendo su sector externo. Estados Unidos (EE. UU.) es consciente de esta fragilidad y la utiliza en su provecho, como con Cuba, que lleva 6 décadas con un embargo sobre su sector externo. Todos los países que hoy son calificados como “milagros económicos” de desarrollo reciente, en gran parte lo son porque lograron disminuir la dependencia del sector externo. En efecto, la estrategia desarrollista basada en las exportaciones, no sólo es una política activa de desarrollo económico, también es una política estratégica de soberanía.

La historia de Latinoamérica ha demostrado que las crisis empiezan y terminan con un desbalance con el exterior, ya sea por una caída de los precios internacionales de las materias primas, una fuga masiva de divisas o por un descalce del financiamiento de la deuda externa. Cualquiera de estos caminos detona, en última instancia, una crisis de financiamiento de divisas y un ajuste de la economía doméstica vía tipo de cambio.

En el caso de Venezuela la dependencia es aún más crítica pues la oferta interna de bienes es altamente dependiente de la cantidad de divisas disponibles para importar. Venezuela es un país que desde la década del ‘60 ha profundizado su especialización productiva en el petróleo y, en consecuencia, es altamente dependiente de las importaciones. El dólar es el insumo más importante de la oferta agregada y su sistema productivo depende del financiamiento del exterior para poder seguir reproduciéndose. Sin una entrada neta de dólares que financie el proceso productivo, la economía se achica al compás de la escasez de divisas. El boicot económico que Venezuela está sufriendo ha recrudecido tras la asunción de Nicolás Maduro en 2013, es una muestra de que la integración comercial plena en la globalización tiene efectos secundarios negativos, y entre ellos destacan los riesgos geopolíticos que hoy afectan al país.

En esta breve nota, realizamos una estimación contrafáctica sobre cuál ha sido el efecto del boicot dirigido desde EE. UU. a Venezuela desde el año 2013 —y con mayor énfasis desde 2015—, cuando Estados Unidos cortó el acceso al mercado de crédito, repitiendo la receta cubana de asfixiar comercial y financieramente a la economía y a la sociedad. Empleando un modelo macroeconómico de consistencia cuantificamos cuál es el efecto del bloqueo financiero en la producción del país y, en consecuencia, sobre las condiciones del mercado de trabajo y la migración.

El trabajo demuestra que el bloqueo explica la mayor parte de la crisis económica que afecta al país, que ha sido el principal causante de las migraciones, y argumenta que la actitud internacional, de atribuirle la totalidad de la culpa al Gobierno de Venezuela, tiene el mismo sentido que las excusas de los violadores echándole la culpa a la longitud de las faldas.

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